Richard Williamson, el regreso de un nazi al Vaticano
Ruben Kaplan
Guysen International News
En otra controvertida y polémica decisión, el actual Pontífice de la Iglesia católica, Benedicto XVI, de redimido pasado en las Juventudes Hitlerianas, rehabilitó a cuatro obispos cismáticos, que habían sido excomulgados por el Papa Juan Pablo II.
En su carta Apostólica «Ecclesia Dei», escrita de motu propio el 2 de julio de 1988, el Papa Juan Pablo II, decía: «Al realizar ese acto, a pesar del monitum público que le hizo el cardenal Prefecto de la Congregación para los Obispos el pasado día 17 de junio, el reverendísimo monseñor Lefebvre y los sacerdotes Bernard Fellay, Bernard Tissier de Mallerais, Richard Williamson y Alfonso de Galarreta, han incurrido en la grave pena de excomunión prevista por la disciplina eclesiástica».
Los clérigos ahora reivindicados, pertenecientes a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, habían sido consagrados hace 20 años, sin el conocimiento ni anuencia de la Santa Sede, por el arzobispo ultraconservador francés, Marcel François Lefebvre, que falleció en Martigny, Suiza, el 25 de marzo de 1991.
Los cuatro amnistiados por la gracia papal, son el británico Richard Williamson, el hispano argentino Alfonso de Galarreta, el suizo Bernard Fellay y el francés Bernard Tissier de Mallerais.
Williamson, quien vive en Argentina, en el Seminario Nuestra Señora Corredentora, en una casona de estilo neo colonial situada en La Reja, partido de Moreno, a 40 kilómetros al oeste de Buenos Aires, en su visión retrógrada y sectaria, define a la Iglesia Católica como demasiada abierta hacia otras religiones, y considera el Ecumenismo como un error. También ha expresado opiniones repudiables contra los judíos, llamándolos «enemigos de Cristo» e impulsando su conversión al catolicismo. Afirma que los judíos tienen como objetivo la dominación mundial y cree que los Protocolos de los Sabios de Sión, infame libelo antisemita, son auténticos.
Otro rasgo distintivo de Williamson, es atribuir ignominiosamente a los judíos, el deicidio de Cristo, desestimado definitivamente por el Concilio Vaticano II, que en la declaración «Nostra Aetate» decía que los judíos son «hermanos mayores de los cristianos».
Juan Pablo II, en ese conclave pidió perdón por la pasividad y el silencio de la Iglesia ante el asesinato sistemático de los judíos en el Holocausto
El rechazo de esa declaración, fue uno de los motivos por los cuales la Fraternidad San Pío X, la comunidad ultraconservadora fundada por Marcel Lefebvre en 1970, provocó el cisma de 1988.
En una reciente entrevista con la televisión sueca difundida hace una semana, el obispo integrista que minimiza el Holocausto, afirmó: «yo creo que no existieron las cámaras de gas en la Alemania nazi» y que sólo murieron «200.000 a 300.000 judíos» y no los seis millones judíos que se calcula, «pero ninguno en una cámara de gas».
Williamson también ha elogiado al conocido negador del Holocausto, el canadiense de origen alemán, detenido actualmente en Alemania, por la negación de la Shoá, Ernst Zündel.
Estas aberrantes expresiones, encontraron eco en el obispo Floriano Abrahamowicz, jefe de la comunidad lefebvriana del noreste de Italia, quien con desparpajo dijo: «Sé que las cámaras de gas existieron, al menos para desinfectar» «No sé decir si provocaron muertos o no, porque nunca profundicé la cuestión.
En una entrevista al diario Tribuna de Treviso, Abrahamowicz sostuvo que «toda esta polémica sobre las declaraciones de monseñor Richard Williamson respecto a la existencia de las cámaras de gas, es una poderosa instrumentalización en función anti-Vaticano».
«Williamson simplemente expresó su duda y su negación, no tanto del Holocausto, como falsamente dice la prensa, sino del aspecto técnico de las cámaras de gas», agregó el religioso.
El gobernador de la región Véneto, Giancarlo Galán, tras conocer las afirmaciones del religioso, afirmó que los curas que niegan en Holocausto deberían quitarse el hábito talar. «No sé si se puede hablar de ignorancia o de pura locura o de una aberrante elección política», prosiguió, comentando los dichos de Abrahamowicz.
«De todos modos, los sacerdotes que niegan la Shoá, que niegan las cámaras de gas, harían bien en sacarse ese hábito y algunos de estos que se encuentran en el Véneto, como es el caso de Abrahamowicz, harían mejor en abandonar este lugar, quizás refugiándose en uno de los campos de exterminio nazis», enfatizó Galán.
Benedicto XVI, había provocado la indignación de la comunidad judía internacional y de historiadores del Holocausto, cuando en una misa celebrada en el Vaticano el 9 de octubre del 2008, en el marco del duodécimo Sínodo de Obispos, con motivo del 50 aniversario del fallecimiento del Papa Pío XII, defendió la memoria del extinto, considerado antisemita, y se pronunció a favor de su beatificación.
Otra causa de irritación y escozor en los judíos, fue la rehabilitación recientemente, de la vieja misa latina que contiene una oración que pide por su conversión
El Vicario de Cristo, en una curiosa dicotomía, expresó el miércoles su «solidaridad» con los judíos y condenó la negación del holocausto. Además pidió a los cuatro obispos ultraconservadores a quienes anuló la excomunión, entre ellos Williamson, reconocer «la autoridad del Papa y del concilio Vaticano II», que rompió con la tradición cristiana de atribuir a los judíos la muerte de Cristo.
Sin embargo, la decisión del Papa Benedicto XVI de reintegrar a las filas de la Iglesia Católica al obispo lefebvriano, luego de las declaraciones de este a la televisión de Suecia en las que niega el Holocausto contra los judíos, (que el Pontífice no podía desconocer) mereció una dura condena del Rabinato de Israel, que ayer cortó por tiempo indefinido sus lazos con el Vaticano. En una carta enviada a la Santa Sede por su director general, Oded Weiner, el Rabinato comunica su indignación por la rehabilitación del obispo británico Richard Williamson -que vive en Argentina- y suspende un encuentro judeo-cristiano programado para marzo próximo.
Sin una disculpa pública será difícil continuar con este diálogo», dice el texto de Weiner, filtrado al diario Jerusalem Post antes de su llegada a Roma. Ante varios miles de fieles en la audiencia pública de los miércoles en la Plaza San Pedro, y en un intento evidente por acallar las críticas, Benedicto XVI condenó el revisionismo sobre el Holocausto y dijo que la Shoá debe servir como «una advertencia contra el olvido y la negación». El anuncio de ruptura de Jerusalén fue recibido con preocupación en Roma. El portavoz papal, Federico Lombardi, precisó que el Vaticano trabaja para evitar que se interrumpa el diálogo, y añadió que las palabras del Papa «deberían ser más que suficientes para responder a las expectativas de quien expresa dudas sobre la posición del Pontífice y de la Iglesia Católica» acerca del nazismo y el exterminio de los judíos.
En aras del verdadero ecumenismo, la Iglesia Católica, no debería cobijar en su seno a eclesiásticos como Williamson y retomar el sendero de paz y amor que trazó el recordado Guiseppe Roncalli, conocido como Juan XXIII, el Papa más amado de la historia, el «Papa bueno», propulsor del Concilio Vaticano II, que entre otros avances, exhortó a finalizar, con los siglos de persecución a los judíos.