El 19 de abril, la sinagoga de Corfú, en Grecia, fue incendiada. ¿Cuántos judíos
viven hoy en Corfú? Ciento cincuenta. ¿Cuántos judíos viven en Grecia? Ocho mil,
o alrededor del 0,8% de la población. Para algunos, parece que estas cifras son
aún demasiado altas. Dos otras sinagogas fueron incendiadas en Grecia durante el
año pasado. Pintadas antisemitas en las paredes están extendiéndose por todo el
país.
Lo que ha ocurrido en Grecia está ocurriendo en
todas partes en el continente europeo.
Durante la última década, sinagogas fueron saqueadas
o incendiadas en Polonia, Suecia, Hungría, Francia. Inscripciones antisemitas se
están realizando en muros de edificios en París, Madrid, Amsterdam, Londres,
Berlín y Roma. Cementerios judíos están siendo saqueados. Judíos están siendo
atacados en las calles de la mayoría de las ciudades más importantes del
continente. En los Países Bajos, la policía usa “judíos señuelo” con el objeto
de intentar arrestar a los perpetradores con las manos en la masa.
Escuelas judías están bajo protección policial en
todas partes, y suelen estar equipadas con puertas de seguridad. Los niños
judíos, en las escuelas secundarias públicas, son intimidados; cuando los padres
se quejan, se los anima a elegir otro lugar de enseñanza para sus hijos.
En algunas ciudades como Malmö, Suecia, o Roubaix,
Francia, la persecución sufrida por la comunidad judía ha llegado a tal grado
que la gente está vendiendo sus casas a cualquier precio y se van. Los que se
quedan tienen la constante sensación de que están arriesgando sus vidas: deben
estar muy espabilados y no llevar ningún signo que demuestre lo que son. En
1990, vivían aproximadamente 2.000 judíos en Malmö, ahora hay menos de 700, y el
número está disminuyendo cada año.
De hecho, ahora los judíos tienen que estar
espabilados en todos los países europeos: hombres que llevan una kipá, suelen
esconderla debajo de un sombrero o una gorra. Los propietarios de restaurantes
kosher ubicados sobre avenidas donde se organizan protestas, cierran sus
establecimientos antes de la llegada de los participantes – incluso si la
protesta es sobre salarios o la edad de jubilación. Saben muy bien que, entre
los manifestantes, siempre habrá algunos que expresen su rabia ante el
espectáculo de un nombre judío o una estrella de David en el frente del negocio.
En París, el Día del Trabajo, 1° de mayo, delante de un café judío en la avenida
de la República, varios cientos de manifestantes se detuvieron y comenzaron a
abuchear “judíos” y “sionistas”. Un hombre que salía del café fue asaltado hasta
que los agentes de policía llegaron al lugar.
Hace unas semanas, en Noruega, cuando a Alan
Dershowitz se le prohibió dar conferencias sobre el conflicto de Medio Oriente,
los profesores que apoyaron la prohibición, utilizaron estereotipos antisemitas
en sus comentarios. Lo que le pasó a él es ahora lugar común. En muchas
universidades de Europa, dar conferencias sobre cultura judía se ha convertido
en un riesgo, y dar conferencias sobre Israel en cualquier lugar – sin ser
claramente “pro-palestino” – es aún más arriesgado, o imposible: Una vez que el
evento es anunciado, los organizadores y los conferencistas, inmediatamente,
reciben explícitas amenazas de muerte, por correo o por Internet. El día en que
la conferencia se lleva a cabo, “anti-sionistas” organizan violentas protestas,
tratan de evitar que la gente entre a la sala, y atacan físicamente a los
conferencistas. La única manera de evitar este tipo de situación es la de
organizar la conferencia solamente por invitación, sin anuncios.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el
antisemitismo pareció desaparecer de Europa. Está de vuelta, en un grado muy
inquietante.
Aunque no es exactamente el mismo antisemitismo que
el de la década de 1930, no es completamente diferente.
Es un antisemitismo que se ha extendido en la
población musulmana que se asentó en Europa, y sería fácil pensar que es
estrictamente un fenómeno islámico, pero el anti-semitismo, tal como existe hoy
en el mundo musulmán, fue fuertemente influenciado por el viejo antisemitismo
europeo. Y lo que los inmigrantes musulmanes traen consigo, fácilmente puede
encontrar resonancias en las poblaciones europeas no musulmanas. Ejemplares del
fraudulento Protocolos de los Sabios de Sión, en árabe, se venden en las
librerías islámicas de un extremo al otro del continente, y también circulan,
abundantemente, nuevamente en muchos idiomas europeos, bajo la mesa o por
Internet.
También es un antisemitismo que le permite a la
extrema derecha reiterar su rechazo al “cosmopolitismo” – un adjetivo que en el
continente europeo siempre ha sido utilizado para señalar a los judíos – en un
contexto en el que, debido a la declinación económica europea, las tensiones
nacionalistas y el aislamiento suenan cada vez más seductores. Se trata de un
antisemitismo que la izquierda no quiere combatir, porque para ella, los
musulmanes están oprimidos, y la izquierda está siempre del lado de aquellos a
los que define como oprimidos, sea o no que la opresión se deba a los terribles
gobiernos dentro de esos países, o sean el chivo expiatorio de algún otro. Los
movimientos antiracistas europeos dicen que están muy preocupados por “el
racismo islamófobo”, pero son totalmente reacios a discutir el antisemitismo en
las poblaciones musulmanas.
El nuevo antisemitismo actual, ahora se suma al de
viejo tipo, la demonización del Estado de Israel. El punto de vista islámico de
Israel es ahora el punto de vista dominante acerca de Israel en Europa. La idea
de que Israel es una “potencia colonial” que le ha “robado” su tierra a su
pueblo, y que es un “estado artificial”, a pesar de que los judíos han estado en
esa tierra durante tres mil años – y a pesar de que muchos estados en la zona,
tales como Jordania, Libia e Irak, son aún más ilegítimos, con sus fronteras
dibujadas sobre papel por los británicos en la década de 1920 – es un lugar
común entre los periodistas.
El odio hacia Israel es ahora el sentimiento más
ampliamente compartido entre los europeos, cualquiera sea su lugar en el
espectro político. Ahora es a través del odio hacia Israel, que el odio a los
judíos como molestos “alborotadores” se puede expresar nuevamente.
Las poblaciones musulmanas europeas odian a Israel y
buscan su destrucción. Las personas europea no musulmanas, parecen pensar que si
Israel no existiera, las tensiones con los musulmanes serían menores, y le
atribuyen a Israel toda la responsabilidad por las tensiones, a pesar de que,
dado que la mayoría de los judíos han huido de los países de Medio Oriente,
ahora son los coptos cristianos en Egipto y los asirios cristianos en Irak los
que están siendo atacados por las turbas islámicas. Como el refrán árabe dice,
«Primero la gente del sábado, después la gente el domingo».
Como Israel es un estado judío, a los judíos
europeos se les pide que sean “buenos europeos”, y que repudien a Israel. Si se
niegan, o peor, si dicen que todavía apoyan a Israel, son considerados indignos
de confianza.
En la década de 1930, los judíos fueron acusados
de no ser miembros completos del país donde vivían. Hoy en día, la misma
crítica se levanta en una forma ligeramente diferente: Los judíos son acusados
de la existencia de un estado judío, y son sospechosos de estar demasiado
ligados a ese estado como para ser miembros completos del país donde viven.
Más profundamente, los judíos de Europa pueden
sentir que si los europeos pudieran pintar a los judíos como los malos,
entonces, tal vez, lo que sus padres y abuelos les hicieron a ellos durante la
Segunda Guerra Mundial no sería realmente tan malo después de todo; incluso se
podría decir que se merecían lo que recibieron. Como lo dijeron algunos
escandinavos, Los judíos mataron a Cristo; por lo menos los musulmanes no lo
hicieron.
El antisemitismo de la década de 1930 llevó al
Holocausto, que llevó a los judíos a huir a Israel, el único país que los
acogería y no permitiría que barcos cargados de judíos huyendo, se hundiera en
el mar. Ahora, el antisemitismo europeo acusa a los judíos de la existencia de
Israel, y de recordarles sobre el Holocausto, recordándolo ellos mismos.
Mientras tanto, un creciente número de europeos parece bastante preparado para
otro Holocausto: uno que sería la aniquilación de Israel.
Si sacrificar a Israel permitiera que los europeos
no musulmanes vean desaparecer la ira musulmana, estarían dispuestos a hacer el
sacrificio inmediatamente. Si, con el fin de aceptar el sacrificio con la
conciencia tranquila, los europeos no musulmanes tuvieran que caricaturizar
innoblemente a Israel, lo harían – y lo hacen. Caricaturas anti-Israel llenan
los diarios europeos desde Londres hasta España, e incluso reciben premios. El
ejército israelí es comparado en los medios de comunicación europeos, a menudo,
con el ejército nazi. La comparación juega plenamente su papel: si los judíos
son los nazis de hoy, significa que los europeos le hicieron un favor al mundo
al asesinar a seis millones de ellos, y que los europeos no son realmente
culpables.
Si Israel puede ser retratado como un estado nazi,
su destrucción es aceptable, incluso puede ser legítima, tal vez incluso
deseable. El hecho que «Mein Kampf» sea un best seller en los territorios
palestinos y en la mayoría de los países del mundo musulmán, es dejado
totalmente de lado, al igual que el hecho que muchos judíos que viven en Israel
son sobrevivientes del Holocausto cometido en Europa hace sesenta y cinco
años.
Una encuesta realizada el año pasado por la
Fundación Friederich Ebert, un think tank alemán vinculado con el Partido Social
Demócrata de Alemania, fue elocuente. A la pregunta: “¿Cree usted que los judíos
abusan de su condición de víctimas del nazismo?”, Las respuestas positivas
alcanzaron proporciones difícilmente imaginables: 72,2% en Polonia, 48% en
Alemania, 40,2% en Italia, 32,3% en Francia. Otra pregunta, “¿Entiende usted
por qué a la gente no le gustan los judíos?”, generó resultados que se deben
enfrentar. Número de respuestas positivas: 55,2% en Polonia, 48,9% en Alemania,
40,2% en Italia. La pregunta no se hizo en Francia. En varias encuestas
realizadas en Europa durante la última década, Israel fue identificado como el
país más peligroso para la paz mundial, empatado con Irán.
La pregunta: “Es usted antisemita” no se hizo en
ningún lugar. No tengo ninguna duda de que, si se la hubiera fomulado, aquellos
que entienden por qué “a la gente no le gustan los judíos” y que, probablemente,
a ellos tampoco les gustan, habrían dicho que no eran antisemitas.
Se hizo la pregunta, “¿Cree usted que Israel está
llevando a cabo una guerra de exterminio contra los palestinos?”. Las respuestas
positivas: 63% en Polonia, 47,7% en Alemania.
Moshe Kantor, presidente del Congreso Judío Europeo,
consideró la encuesta “muy preocupante. Los gobiernos de Europa y de la Unión
Europea», dijo, «harían bien en despertar a este problema antes de que sea
demasiado tarde”.
http://www.hudson-ny.org/2122/anti-semitism-in-europe
Traducido para porisrael.org por José
Blumenfeld
Difusion: www.porisrael.org