Netanyahu:»Los 60.000 infiltrados ilegales podrían convertirse en 600.000»

por bajurtov

Sur de Tel Aviv y sur de Sudán


Un inmigrante sin papeles

Los rostros de los israelíes e inmigrantes africanos reflejan el drama que vive el sur de Tel Aviv. La desconfianza y el miedo se han instalado en unas calles cada vez más inciertas.

Tras seis meses como voluntaria en un campo de de refugiados de Chad, la israelí Orit Rubin creó en Tel Aviv un centro (ASSAF) que ayuda a los que huyen de Sudán, Eritrea, Ghana, Sudán del Sur, etc… y llegan  a su Tierra Prometida. Pero ésta no promete mucho en el patio trasero de la ciudad más moderna de Israel.

Rubin entiende que su país ejerza el derecho de expulsar a ilegales como ha empezado hacer a partir de este fin de semana con más de  40 detenciones pero exige «revisar cada caso de forma seria para ver quién es refugiado. Algo que no se ha hecho hasta ahora. No deben ser deportados como si fueran delincuentes».

Reconoce «los graves problemas» que afrontan los habitantes de estos barrios que en cinco años han visto cómo su fisionomía, ya de por si marginada, ha cambiado radicalmente con la llegada de más de 25.000 africanos procedentes de la frontera egipcia. Lo que Rubin no entiende es el ambiente hostil de las últimas semanas que se ha traducido en agresiones.

«Me temo lo peor», me confesaba recientemente ante la posibilidad de una represalia violenta tras la detención de varios jóvenes eritreos, sospechosos de violar a dos chicas israelíes. Recorriendo Shjunat Hatikva (en hebreo significa paradójicamente «barrio de la esperanza») y Shapira, se detecta  miedo en los dos «bandos». Unos temen ser robados o atacados. Otros ser agredidos o, como sucedió ayer, detenidos por los inspectores de Inmigración. 

 Rubin con un inmigrante africano recién llegado de Sudán.

«Responsabilizo a políticos populistas como el ministro de Interior, Eli Ishai, que exige la expulsión de  todos los inmigrantes que vienen desde la frontera egipcia. Según él, todos son delincuentes», denuncia Rubin.

Ishai responde: «Si no actuamos, vendrán centenares de miles en busca de trabajo y será el fin del sueño sionista». Aplaude la sentencia del Tribunal del Distrito de Jerusalén que el jueves autorizó la expulsión de los procedentes de Sudán del Sur al considerar qu su devolución no les pondrá en peligro como en Darfur o Eritrea. «Los ilegales que deseen irse de forma voluntaria, les facilitaremos la salida y les daremos 1000 euros a cada uno. Los otros serán detenidos y expulsados. Llegaremos a todos», advierte.  Se calcula que hay entre 700 y 2000 sursudaneses. Según él,  «una gota en el mar».

Los datos oficiales difundidos en mayo hablan de 60.558 africanos infiltrados ilegalmente en Israel desde Egipto. Básicamente de Eritrea (33.912) y Sudán (15.664). Sólo en la ultima semana, más de 350 inmigrantes cruzaron desesperadamente la frontera en busca de trabajo y asilo. Pagando a los contrabandistas egipcios y sufriendo humillaciones para penetrar en un país que construye, también desesperadamente, una verja en la frontera.

«No somos racistas pero si se mean en la portería de tu casaduermen en el parque y tu hija no sale de noche por miedo a ser violada, es normal que te manifiestes contra esta avalancha de inmigrantes ilegales», se queja Moti, un veterano vecino en la estación central de autobuses.

Barrio en el sur de Tel Aviv (S.E)

«Nos dejan entrar y el trato inicial es muy bueno pero luego no nos dan las condiciones para sobrevivirSi uno no trabaja, se puede desesperar y hacer tonterias. No todos somos violadores o tenemos enfermedades como he escuchado. En los últimos dias, la situación se ha agravado peligrosamente», protesta Kusai que prefiere no delatar su origen. Revela que vive con sus seis hijos. Como la mayoría, es mano de de obra barata y sin prestaciones sociales.

En la Plaza Lewinsky, hogar de decenas de «sin papeles»,  inmigrantes e israelíes se manifiestan contra el racismo. «¡No somos delincuentes, somos refugiados!», gritan. Sandi Ding observa en silencio. Se puede considerar un privilegiado ya que estudia un curso preparatorio en la Universidad de Tel Aviv. Ahora podría perderse su último examen. «Hay mucha incertidumbre desde que anunciaron que nos devolverán a Sudán del Sur. Aún es peligroso volver allí».

Rubin pide que «el  enfado de la gente no se dirija a los pobres inmigrantes que huyen de un drama humano en África».

«Los 60.000 infiltrados ilegales se pueden convertir en 600.000», advierte el primer ministro, Benjamin Netanyahu, que confia en cuatro medidas. La verja que sellará gran parte de los 240 km de frontera con Egipto; Detención y expulsión de los ilegales (no incluye la gran mayoría formada por eritreos y sudaneses);  Construcción de tiendas de campaña de detención con capacidad máxima de 25.000 plazas para albergar a los que se inflitran desde el Sinaí; Sanciones económicas e incluso cárcel a los israelíes que empleen a los sin papeles.

Todo para que no se cumpla la profecía de la periodista Sima Kadmon: «Tel Aviv, la primera ciudad hebrea, se convertirá dentro de poco en la segunda ciudad sudanesa«.

2 comentarios to “Netanyahu:»Los 60.000 infiltrados ilegales podrían convertirse en 600.000»”

  1. expulsenlos a todos esos parasitos musulmanes,por que sus hermanos saudies no los acogen.ellos son multimillonarios.israel no debe ni tiene el deber de responsabilizarce de ellos.la caridad comienza por casa.
    es un plan orquestado de los enemigos de israel para destruir al pais desde dentro.

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  2. Deben tomarse acciones dirigidas a tomar control de esta situación.Realmente este exodo de africanos,se esta convirtiendo en un problema serio.Deben evaluar cada situación de manera humanitaria;,pero Israel no tiene espacio para tanta gente.Estan a tiempo,si no trabajan con el problema,luego sera tarde.No es cuestión de racismo,es supervivencia.Porque escogen a Israel,no llegan a Jordania Egipto.

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