La pura y noble verdad
Por Gustavo Perednik
Argentina nunca había llegado simultáneamente a peores relaciones con EEUU, con Europa, con Israel, y con la comunidad judía. Todo un logro para un joven canciller, que viene compensando esta marcha contra la historia por medio de fortalecer la amistad con Irán, Castro y Chávez.
Una parte de ese récord deriva directamente del estilo de Timerman, cínicamente prepotente, que en esta ocasión no se ha contentado con enterrar una causa como la de la AMIA, que en mejores manos podría haberse convertido en un ejemplo mundial y una perla en la historia de la Justicia argentina.
Tampoco le fue suficiente colocar en las manos del Estado terrorista de los ayatolás una tragicómica comisión “de la verdad”. En proverbial envalentonamiento, produjo una escalada por medio de enlodar a la comunidad judía “acusando” a sus dirigentes de querer mantener buenas relaciones con Israel. Empecemos respondiendo con una obviedad: para eso están.
No hay ni hubo comunidad judía en el mundo que no velara por la amistad entre su país y el Estado hebreo. Ese dato es perfectamente entendible, salvo por los judeófobos de turno, a quienes prefirió reclutar el ministro.
Su vileza consistió, efectivamente, en que para enunciar la pura y noble verdad de un modo en que parezca una acusación, la formuló en términos del poder mundial y las teorías conspirativas: los judíos “defienden otros intereses”, arrojó.
El recurso es tristemente conocido. Verbigracia, en vez de admirarse a los judíos por su ostensible contribución a la industria cinematográfica norteamericana, se los pone a la defensiva con la declaración de que “dominan Hollywood”.
En vez de valorarse que la comunidad judía hubiera aportado a las ciencias, la industria y las artes del país, se insinúa que “estos judíos lo controlan todo”.
Así se expidió un canciller cuya familia le debe mucho a Israel, un Estado al que desde hace rato viene provocando arteramente. Siempre, en conocido estilo, sin mencionar al país judío.
Timerman primero negó la judeidad del Estado (“¿por qué se entromete Israel en la cuestión del atentado, si sólo murieron argentinos y bolivianos?”); siguió por aludir como si fueran un pecado las operaciones defensivas de Israel, y ahora indicó que este país “prefiere la confrontación”.
La desvergüenza no conoce límites, sobre todo porque proviene de un especialista en generar confrontaciones hacia todos los costados.
¡Es Israel quien prefiere confrontación! Irán amenaza con borrarlo del mapa, procura armas nucleares para concretar la amenaza, hace gala de desembozada judeofobia en diversos foros, y entre otros lares pone bombas en Buenos Aires pero, en timermanés, cualquier gesto de Israel para frenar la constante agresión significará un gusto por la confrontación.
Sobre la motivación de Timerman. es probable que se circunscriba a su obsesión narcisista con el poder. Para servirla, hace cuarenta años fue capaz de defender la dictadura de Videla desde su diario La Tarde, y en estos días no trepida en agitar los fantasmas judeofóbicos de Argentina, por lo que recibe las vergonzosas loas de D’Elía y sus acólitos.
La que no puede ser enteramente descifrada es la motivación del Gobierno argentino en su conjunto, ya que ésta sí trasciende el mero narcisismo. Qué hay detrás de la movida argentina de entregarse en cuatro patas a su agresor Irán, es una cuestión sobre la que falta perspectiva para decir la última palabra. De entre las variadas explicaciones, una muy sugestiva fue esbozada por el periodista Alfredo Leuco en la revista Perfil (17-2-13).
Leuco hace un análisis del texto con el que acaba de amenazarse de muerte al Fiscal Alberto Nisman. En él se exige del “Rusito (que) se dé cuenta de que cambió la mano”. Luego vienen párrafos de tono mafioso en los que se deslizan algunas palabras reveladoras. Para Leuco, una de ellas es el epíteto “gringos” para denominar a los norteamericanos, que podría estar revelando a un redactor que no es argentino, sino acaso venezolano.
Parecería que, ante la desaparición política de Chávez, Cristina aspira a heredar el honor de liderar el continente hacia el oscurantismo, el atraso y la confrontación.
Sea cual fuere la motivación, queda claro que la Argentina se ha despeñado irreversiblemente al bochorno.
Para no deprimirnos al respecto, vale rescatar el ánimo festivo de Purim, que celebraremos este domingo. Durante la festividad, leeremos en la sinagoga el rollo de Ester.
En dicho libro habla dos veces Zeresh, la enigmática esposa del malogrado genocida Hamán. En una de sus escuetas intervenciones (6:13) advierte que el enfrentamiento del ministro con el pueblo judío, marca el comienzo de su caída.
Que disfrutemos de un Purim Saméaj.
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