Sebastian Scherman |
la Real Academia Española de la Lengua (www.rae.es),
Si uno busca la palabra «judiada» en el diccionario de encontrará -bajo sus dos acepciones- que se trata de una «acción mala, que tendenciosamente se consideraba (sic) propia de judíos» y una «muchedumbre o conjunto de judíos». Les faltó agregar, a los de la RAE, que en tiempos de la Inquisición esta acepción seguramente era aceptada (y/o impuesta) como válida. Pero que en pleno siglo XXI, y luego de mucha agua corrida bajo el puente, la entidad que desde su lema original se arroga la autoridad para «limpiar, fijar y dar esplendor», debería revisar.
En un artículo del periodista Alejandro D. Zajac, publicado en BBC Mundo (http://bbc.in/RjVhSA), se deja constancia que -según la FCJE- «lo que faltó fue incluir el contexto histórico del término». También brinda su testimonio Fernando Vilches, de la Universidad Rey Juan Carlos, quien señala que «hay que contextualizar perfectamente la palabra en su seno histórico». Y agrega: «de esa forma se evita dar la falsa sensación de que la RAE legitima o respalda determinado uso o definición de la palabra (…) No hay texto sin contexto». Pero entonces, la RAE, ¿»fija» sentidos o simplemente se encarga de «recopilarlos»? Tal vez ambas sentencias sean correctas. La semana pasada se realizó en Panamá el VI Congreso Internacional de la Lengua Española, bajo el patrocinio de la Real Academia Española. Y en el programa de dicho Congreso (http://www.cile.org.pa/programa-academico.htm) no se mencionaba panel alguno que permitiera discutir la inclusión en el célebre diccionario términos como judiada, a pesar de los maquillados intentos de la RAE por propugnar una «Unidad en la diversidad» (dicho sea de paso, en la sección «Orígenes», de la web oficial de la RAE, el lema sigue siendo el originario «limpia, fija y da esplendor»). Tampoco se mencionaba en el programa la inclusión de «ladino» (el idioma de los judíos expulsados de España, circa 1492) como sinónimo de «astuto, ruin, taimado»; o de «hebreo» como sinónimo de mercader. Por acción… u omisión Además de sus definiciones que naturalizan expresiones cargadas de prejuicio, la RAE también «invisibiliza» aspectos de la cultura e historia del pueblo judío, mediante la omisión de determinadas entradas. Pues es incomprensible que en su Diccionario no figure una definición de «ídish», habida cuenta de que el término designa al idioma empleado hasta mediados del siglo XX por millones de personas en Europa e incluso en algunos países de habla hispana; y que actualmente está declarado por la UNESCO como «lengua en extinción». Tampco hay lugar para «klezmer» o «Shoá». Y creer que uno encontrará la definición de «kosher» (palabra ampliamente difundida hoy en día), es pedirle peras al olmo. Sin duda, la RAE, además de fijar también «limpia». Los agudos académicos de la RAE, que se vanaglorian de incorporar regionalismos, localismos y otros ismos con los que «limpian» un poco sus conciencias de años de imperialismo cultural tampoco repararían en que la palabra «tujes», de origen ídish, está incorporada al lunfardo argentino desde hace unos cuantos años: muchos argentinos la utilizan conociendo su significado pero desconociendo su origen. «Mostrar la hilacha» Hace unos años me fue referenciado que la expresión despectiva «mostrar la hilacha», se remonta a tiempos de la Inquisición, cuando los judíos debían convertirse u ocultar su identidad para sobrevivir. Y que si a un judío se le veían los «tzitzit» (los flecos que cuelgan del talit o manto ritual), entonces había «mostrado la hilacha». En una columna publicada en el diario La Voz del Interior (http://bit.ly/HqVVQr), Marcelo Polakoff explica: «he aquí un refrán antisemita, que se origina en la España de la Inquisición, cuando ser judío era peligrosísimo, pues era sinónimo de conversión forzosa, expulsión o muerte. Por eso, no había que mostrar ningún símbolo visible de pertenencia al pueblo hebreo, escondiendo –a la manera de los marranos– todo vestigio sospechoso. ´Mostrar la hilacha´, con todo el contenido peyorativo que aún hoy mantiene, es un refrán que en su origen significaba mostrar que alguien era judío». Pues bien, aquí una vez más la RAE fija un sentido (¿de manera acrítica?), al «explicar» el coloquialismo al tiempo que omite una referencia histórica que dé cuenta de la génesis prejuiciosa del término. |