Los árabes Irán y la guerra en Yemen

por goal

EL IMPARCIAL

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Buena parte del mundo árabe está en llamas. Hay dos fuerzas formidables que chocan entre sí. Por una parte, el Estado Islámico en Irak y Siria, que ha arrebatado a Al Qaeda el liderato de la yihad global y es hoy un imán que atrae a terroristas y fanáticos de todo el planeta. Por otra, la Revolución Islámica de Irán, que lleva desde 1979 exportando el chiísmo revolucionario y ha sentado bases estables en Siria, El Líbano y Yemen, la última línea del frente en la guerra fría entre sunníes y chiíes.

POR: Ricardo Ruiz de la Serna

Se combate en muchos frentes: el militar, el económico, el político, el diplomático, el propagandístico. Bashar el Asad resiste en Siria gracias al apoyo de la Federación de Rusia y de Irán mientras Turquía y las monarquías del Golfo apoyan a las distintas facciones rebeldes. El Estado Islámico combate en territorio sirio e iraquí contra unas fuerzas que formalmente no están aliadas pero que combinan sus esfuerzos bélicos para derrotar a los terroristas de Al Baghdadi. Contra los yihadistas, luchan sirios leales a El Asad, jordanos, kurdos y árabes iraquíes –que, en su mayoría, son chiíes- tropas iraníes y una coalición liderada por Estados Unidos que bombardea y lucha desde el aire. Tunecinos, egipcios y una de las facciones libias tratan de impedir que el Estado Islámico extienda su acción a los países del norte de África. Sin los ayatollahs, será muy difícil derrotar a estos terroristas que llevan desde 2013 sembrando el terror en Oriente Medio.

Sin embargo, de la mano de Irán llega el islam revolucionario chií. La política de expansión iraní ha combinado hábilmente la diplomacia, la guerra y el terrorismo. A diferencia de Hafez El Asad, que nunca terminó de confiar en los iraníes, su hijo Bashar tiene con ellos una deuda impagable: han sido sus mayores valedores en el mundo islámico. En algún momento, los ayatollahs han sido los únicos que se han movido para defender al régimen de Damasco del avance rebelde. Teherán ha demostrado que no deja caer a sus aliados. También ha dado sobradas pruebas de su capacidad de construir alianzas y apoyar a sus amigos. Así, fue Teherán quien lideró la movilización de los chiíes del Líbano y quien dio a luz a Hizbolá, el grupo terrorista que controla el sur del país y arbitra cualquier decisión que tome el gobierno libanés. Los hombres de Hassan Nasrallah son la única fuerza armada superviviente de la guerra civil libanesa y el brazo de Teherán en el Mediterráneo oriental y la frontera norte de Israel. Igual que han llegado al Líbano, los revolucionarios iraníes han intentado crear un Estado títere en Yemen apoyando la rebelión huti, una secta chií de la tradición zaydí que viene luchando contra el gobierno de Saná desde 2004. Gracias al apoyo de Teherán, los rebeldes lograron tomar Saná y, hasta el pasado 26 de marzo, tenían acorralado al gobierno yemení del presidente Hadi en Adén.

Cuando todo parecía decantarse a favor de Irán y sus aliados hutis, los saudíes decidieron reaccionar y bombardear a los rebeldes yemeníes. Desde Riad han impulsado una coalición árabe que haga frente al expansionismo iraní. Los sunníes van a la guerra sin Washington. En realidad, la iniciativa de una fuerza internacional de los países de la región la había propuesto en febrero de este año el presidente egipcio Al Sisi, que no ha vacilado en bombardear las posiciones del Estado Islámico en Siria y en luchar contra los terroristas vinculados al ISIS en el Sinaí. En las cancillerías árabes han considerado que, cuando se trata de Irán, el enemigo de tu enemigo puede seguir siendo tu enemigo. Al final, pues, parece que Netanyahu no estaba tan solo en Washington. Ahora la Liga Árabe, que suspendió en 2011 la participación siria por la brutalidad en la represión de las protestas contra El Asad, prepara un plan para crear una fuerza conjunta que se enfrente a la vez al Estado Islámico y al expansionismo iraní. El marco político de guerra no se circunscribe, pues, al Consejo de Seguridad del Golfo y la fuerza militar Escudo de la Península sino que afecta a todo el mundo árabe. Por lo pronto, en la acción militar contra los huti participan, además de Egipto y Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Jordania, Sudán y Marruecos. Esta participación de nuestro vecino del sur es interesante si reparamos en que Marruecos había decidido mejorar sus relaciones con Teherán, rotas desde 2009 por lo que Rabat consideró una injerencia iraní en la soberanía de Bahrein. Ahora, la participación de Rabat en la guerra contra la rebelión chií puede tener repercusiones en su intento de acercamiento a Teherán.

Turquía ya ha tomado partido por contener a Irán de modo que la crisis ha desbordado ya el mundo árabe y amenaza con afectar a la comunidad de países islámicos. Azerbaiyán –el aliado chií de Turquía- se va a encontrar en una situación difícil. Queda esperar la reacción de Irán. Por lo pronto, Irak va a verse desgarrado entre la mayoría chií y la minoría sunní, que se ha sentido excluida de los sucesivos gobiernos de Baghdad desde la caída de Saddam Hussein y que mira más hacia Teherán que hacia Riad o El Cairo. El presidente Hassan Rohani ha pedido a los países de la región que se “abstengan de cualquier acción que pueda agravar la crisis” pero, en estos asuntos, lo realmente importante es lo que decida el Líder Supremo Alí jameneí.

Desde Marruecos hasta Islamabad, el mundo islámico es un polvorín.

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3 comentarios to “Los árabes Irán y la guerra en Yemen”

  1. Enquanto Árabes e Persas estiverem se pegando, Yisrael deve redobrar a Vigilância em suas Fronteiras!
    Rogamos a Há´Shém para que Bendiga seu Povo Omein!

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  2. Los simios de Mahoma, aterrizan por doquier en cualquier pais, pueblo, lugar. Donde puedan cortar cabezas y ensangrentar poblaciones, allá están ellos.
    Que está pasando; que les van a terminar entrando en el cortijo a los jeques, profetas del barrio, y demás. Les quitan el petroleo, el poder y las niñas. Les cambian la bandera, y les roban a punta de metralleta el talonario de cheques.
    Yá te he visto campeón. Subvenciona cuervos que te sacarán los ojos.
    Por mí, que se besen matándose.

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