La destrucción de nuestro modo de vida ya no es sólo una fantasía musulmana. Vídeo (gráfico)
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280.000 inmigrantes musulmanes entran cada año en los EE.UU.. Eso significa que cada cuatro años, más de 1 millón de musulmanes entran en el país. En Europa, las cifras son aún mayores. Francia tiene el mayor número de inmigrantes musulmanes y el nivel de incidentes antisemitas en Francia en 2015 ha aumentado en un 84% en comparación con el primer semestre de 2014. Esto no es casualidad. La violencia musulmana no se limita a la población judía, sino a todos aquellos que se oponen a lo que es la doctrina de la sharia, la abolición de los apóstatas (no musulmanes) y la ideología antioccidental. Europa sigue absorbiendo nuevos inmigrantes, incluso a medida que decenas de miles se niegan a identificarse a sí mismos o solicitar asilo en los países en los que llegan. Ellos tienen la esperanza de pasar a los países que les ofrecen mejores oportunidades. Esto ha generado una enorme agitación en muchos países de la UE. En Alemania, por ejemplo, han perdido el control sobre las masas de personas que pululan por las fronteras y han descubierto que cientos, si no miles, de activistas del ISIS se han pasado de contrabando con el uso de pasaportes falsificados sirios. No es difícil entender las ramificaciones que ese tipo de inmigración puede tener.
Europa y los EE.UU. necesitan volver a examinar cómo sus políticas de inmigración masiva desde los países musulmanes afectan a sus ciudadanos y el futuro de su país. El no hacerlo puede dar lugar a resultados trágicos.

