Catalana descubre que sus abuelos fueron asesinados en la Shoá
Dory Sontheimer observaba con tristeza los últimos días de su madre, Rosa. Ya hacía tiempo que no recordaba el castellano, y que las pocas veces que hablaba lo hacía en alemán.
“Viene la Gestapo”, gritaba la anciana. Su hija, equivocadamente, pensaba que eran los efectos de una enfermedad.
Rosa falleció el 7 de octubre de 2002. A los pocos días, Dory fue a la casa de su madre para hacer una limpieza y ordenar sus cosas, cuando de repente se encontró con siete cajas numeradas que sus padres le habían dejado como herencia. Estos documentos detallaban como 30 miembros de su familia fueron exterminados durante la Shoá.
A partir de estas cartas, fotos y documentos, Sontheimer escribió un libro llamado “Las Sieta Cajas”, en el que vuelca dicha historia. A partir de allí, además, viajó por más de una docena de países para buscar a los familiares sobrevivientes.
Su madre no se llamaba Rosa: cuando sus padres la enviaron de Friburgo a Barcelona en 1933, luego del ascenso de Adolf Hitler, tuvo que cambiar su nombre original, que era Rosl. Ya en Catalunia, la mujer conoció a Kurt, su esposo, quien ya en España también se cambió el nombre y pasó a llamarse Conrado. El motivo era claro: protegerse del feroz antisemitismo que reinaba en Europa.
También trocaron su religión y se convirtieron, al igual que muchos otros judíos que huían del nazismo, al catolicismo. “Franco había sido aliado de Hitler. Huían del fascismo, pero aquí se encontraron con una dictadura similar”, explicó Sontheimer.
“Mis padres dejaron aquellas cajas numeradas y dentro, los documentos ordenados cronológicamente. Detrás de cada foto, mi padre había escrito el lugar, la fecha y los nombres de mis familiares. Él escribía a máquina y acompañaba cada carta recibida con una copia de su contestación. Querían que yo conociera su historia, que resolviese ese puzle humano. Pero no lo hicieron en vida por miedo”, explica Sontheimer, farmacéutica de formación. Sus hijos le regalaron en 2006 su primer curso de narrativa para animarla a escribir el libro.
Para Dory no fue fácil revivir el horror que sufrieron sus padres y familiares. Las palabras y las imágenes perforaban su mente. Cuando terminó de leer toda la documentación, leyó libros sobre Shoá y luego se puso a buscar parientes de esa familia destrozada. Así, viajó a Tel Aviv, Buenos Aires, Praga, Boston, Montreal, Nueva York, entre otros.
Finalmente, Dory repasó cómo fue su experiencia al visitar Auschwitz: “Conté los pasos que había desde el andén de la estación hasta las cámaras de gas: 1.350. Impresiona mucho. Siempre hay alguien al lado llorando y piensas: ‘¡Cuántas familias destrozadas! ”.
Fuente: Radio Jai
Por: franny