He leído en una web sionista un tremendo comentario de una persona que emigró a Israel, se convirtió, recibió (imagino) la nacionalidad y comenzó su vida allí.
Esta persona critica ahora que los servicios médicos son malos y que el gobierno debió pensárselo antes de abrir las puertas a la Aliyah desde Rusia. Y que, palabras textuales, “…este país necesita urgentemente una constitución primero para decir ser democrático y segundo separar la religión de la política”
¿Cómo es posible permitir el debate acerca de la separación de la religión de la vida política en Israel? ¡¡Al contrario…!! Israel es la Tierra prometida para el Pueblo Judío. Y quien no acepta la Torah no es Judío. Y quien niega la necesidad de que la observancia de la Torah guíe las vidas de los políticos israelíes, está negando la esencia misma de Israel.
Israel es un país que sólo puede ser Judío. No es admisible la separación entre el Estado y la Religión porque el primero debe emanar de la segunda. Es un escenario absurdamente incapaz de ser asumido el de un Israel laico al estilo de España. Israel es la Tierra del Pueblo Judío, repito, y la nacionalidad debe ir pareja sin ninguna duda a la observancia o al menos el respeto a la religión Judía. Quien no quiera asumir o como mínimo respetar la Torah no pertenece al Pueblo de Israel, y por lo tanto no debe vivir en Israel. Esto hay que aplicarlo a todos los que moran en él.
Y por supuesto que actuaciones como la de algunos diputados árabes que llaman a la invasión de Israel por parte de los árabes, esas gentes deben ser deterradas o encerradas en la cárcel de por vida. En el momento que Israel sea asimilado, en ese mismo instante el Pueblo Judío quedará desposeído de todo aquello que le sirve de referencia en la Diáspora. Y eso no debe suceder por nada del mundo. Se alegan razones más poderosas que las puramente culturales. Se habla de razones que provienen de la misma raíz del pueblo judío, y por lo tanto de su Estado. Israel jamás debe renunciar a su identidad judía por nada del mundo, y llamamientos o propuestas encaminadas a ese execrable acto deben ser tipificadas como delito de traición.
Y el mundo no tiene que decir nada acerca de lo que Israel decida a este respecto. Y si alguien osa acudir a estamentos internacionales para exigir aquello que atente contra este principio fundamental del estado, debe ser considerado enemigo de facto y debe ser sometido a la Justicia Israelí. La maldad de los hombres no puede ni debe destruir a Israel desde dentro de su mismo seno.
Hay que replantearse la concesión de conversiones y retrocederlas, devolviendo a sus países de origen a aquellos que habiendo sido recibidos con los brazos abiertos, son quienes luego desde dentro socavan los cimientos del estado hebreo.
.. Y pensar que para mi conversión yo debo demostrar que soy más judío que Abraham y que el Rey David juntos, y mientras tanto haya gentes no judías pero que sí han recibido sus conversiones, que se dedica a destruir lo más sagrado e importante que existe en el mundo… ¡Esto es un cachondeo!…