Fuente: LA GACETA
Palmira: destrucción, minas y mucho miedo
Cada cinco minutos se oye el estallido de alguna mina en la parte monumental de la localidad, ubicada en las afueras y donde los zapadores rusos concentran sus operaciones.
Palmira se ha convertido en una ciudad fantasma, en la que la destrucción campa a sus anchas y sus habitantes ven lejano el regreso a sus viviendas, donde quedan aún los restos de la presencia del grupo terrorista Estado Islámico. «Mi casa está destrozada», afirma Maysa Hamudi, que visita por primera vez esta población del desierto central de Siria desde que huyó tras la irrupción de los radicales en mayo pasado. Hamudi ha llegado en autobús junto a un grupo de vecinos, que se desplazaron a la urbe de Homs (centro), después de la conquista de Palmira por parte del Estado Islámico, que controló esta localidad durante diez meses hasta que fue expulsado por el Ejército sirio hace más de dos semanas. Hamudi recuerda con espanto los tres días que vivió, junto a su marido y sus tres hijos, bajo el yugo del «califato»antes de escapar de Palmira, tras la entrada del Estado Islámico el 20 de mayo. «Son asquerosos, permanecimos tres días encerrados en casa, ellos (los extremistas) hicieron registros e iban preguntando si había algún miembro de las fuerzas de seguridad o del Ejército», rememora. Cada cinco minutos se oye el estallido de alguna mina en la parte monumental de la localidad, ubicada en las afueras y donde los zapadores rusos concentran sus operaciones. Los sirios limpian de bombas la zona moderna de Palmira, cuyos cielos son surcados de vez en cuando por aviones de guerra que se dirigen hacia el este, posiblemente a la población de Al Sujna, A unos 70 kilómetros y todavía dominio del ISIS, u otras zonas en mano de los radicales. Pese a que Palmira ya es un área libre de yihadistas, su rastro no ha desaparecido. En una esquina próxima al Museo de la ciudad, se amontonan carritos de bebés que los terroristas usaban para transportar municiones, mientras que los libros de texto del ISIS para las escuelas todavía se encuentran en la ciudad. El coronel Samir, del Ejército sirio, recopila todo ese material de los yihadistas en los edificios de Palmira. El militar lleva destinado en el este de Homs desde hace meses y está curtido en la lucha contra el ISIS. «Combatimos contra más de 4.000 terroristas en la batalla de Palmira», indicó el oficial, quien subrayó que los extremistas utilizaban como táctica los atentados y los disparos de francotiradores para evitar el avance de los efectivos, gubernamentales, que contaron con el respaldo de la aviación rusa. El ejército sirio ha hallado túneles y trincheras cavadas por el Estado Islámico en montes próximos, así como explosivos camuflados en rocas. El coronel enseña donde dormían los yihadistas en sótanos de viviendas para protegerse de los bombardeos. El Museo Palmira tampoco ha escapado de la destrucción y allí ahora trabaja un equipo de expertos polacos para evaluar los daños. El director del departamento de Museos de la Dirección siria de Antiguedades, Ahmed al Dib, explica que trabajan desde hace diez días para documentar los destrozos en estatuas, «pero hay zonas a las que no podemos llegar por la existencia de minas y artefactos. Y es que todavía parece complicado el retorno a la normalidad en esta población, que antaño fue uno de los focos turísticos de Siria.