LOS GRUPOS POLITICO-RELIGIOSOS JUDIOS EN EL SIGLO II A EC (los fariseos)

por YaakovBcn

El historiador judío Flavio Josefo distinguía a finales del siglo I de la E.C. cuatro componentes mayores (cuatro sectas, gr. hairesis) en el ambiente religioso: fariseos, saduceos, esenios y zelotes. Indicaba también otros grupos de menor importancia.

Para Josefo, los fariseos constituían el grupo con mayor autoridad entre el pueblo a causa de su exacta interpretación de la Ley y de sus tradiciones propias, a las que atribuían unagran (autoridad, en hebreo) y a las que se mantenían fieles. Su origen se encontraba entre los hassidim (en hebreo: piadosos) que, encabezados por Judas Macabeo, habían resistido con valentía la dominación helenista que en el siglo II antes E.C. pretendía destruir la identidad cultural y religiosa judía (cf. 2 Mac 14,6). Muchos mártires habían ofrecido sus vidas antes que quebrantar las tradiciones paternas. Los sucesores de Judas Macabeo terminaron pactando con el helenismo y usurparon tanto la realeza como el sacerdocio (pues no pertenecían ni al linaje davídico ni al linaje sacerdotal). Los fariseos negaron la legitimidad de estos reyes-sumos sacerdotes y lograron que la masa del pueblo se adhiriera a ellos en contra del rey Alejandro Janneo. Éste logró imponerse después de seis años de guerra civil y a costa de un baño de sangre. Y la misma valentía habían demostrado al enfrentarse al sanguinario Herodes. Se habían negado unánimemente a prestarle juramento de fidelidad, y, sin embargo, no los castigó (Josefo, Antigüedades Judáicas, XV, 10,4).

Habían surgido de entre el laicado popular y eran el partido del pueblo. Sin embargo, despreciaban la ignorancia religiosa del pueblo, al que llamaban “amme ha arets”: las gentes del país. No eran por origen ni sacerdotes ni hombres ricos. Eran, más bien, pequeños comerciantes que vivían de su trabajo. Representaban siempre a la masa frente a la aristocracia y su piedad era muy estimada: la gente los saludaba en las plazas y llamaba respetuosamente Rabbí a los más instruidos de entre ellos. Tenían conquistado crédito ante el pueblo y todas las cosas divinas, las oraciones y las ofrendas de sacrificios se cumplían según su interpretación. (cf. Josefo, Antigüedades XVIII, 11-25).

Los fariseos daban gran importancia a la Ley Oral, recibida también por Moisés en el Sinaí y transmitida a lo largo de los siglos de maestro a maestro. Estimaban tanto la Escritura como la Tradición, hasta llegar a preferir ésta última, pues explicaba la Ley escrita. Gracias a la Tradición de los Padres existía una separación entre Israel y las naciones del mundo.

Gracias a la enseñanza de los rabinos se conservaba la Tradición y la Torá no era manipulada por las interpretaciones desviadas de los gentiles.

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