El Corán no habla de que los hombres y las mujeres sean iguales; todo lo contrario: equipara a éstas con una huerta, y exhorta a los hombres a que se sirvan de ellas como estimen oportuno:
Vuestras mujeres son vuestro campo de cultivo; id, pues, a vuestro campo de cultivo como queráis (sura 2, versículo 223).
El Corán dice que el testimonio de una mujer vale la mitad que el de un hombre:
(…) Y llamad para que sirvan de testigos a dos de vuestros hombres; y si no encontráis dos hombres, entonces, un hombre y dos mujeres que os parezcan aceptables como testigos, de modo que si una yerra, la otra subsane su error (2:282).
El Corán permite a los musulmanes casarse con hasta cuatro mujeres, y mantener relaciones sexuales con esclavas:
Y si teméis no ser equitativos con los huérfanos, entonces casaos con [otras] mujeres que os sean lícitas: dos, tres o cuatro; pero si teméis no ser capaces de tratarlas con equidad, entonces [sólo] una, o [con] aquellas esclavas que sean de vuestra propiedad. Esto hará más probable que no os desviéis de la rectitud (4:3).
El Corán ordena que los hijos reciban el doble de herencia que las hijas:
Dios os prescribe [lo siguiente]: al varón le corresponde el equivalente a la porción de dos hembras (4:11).
Lo peor de todo es que el Corán insta a los hombres a golpear a sus esposas cuando les desobedezcan:
Los hombres son responsables del cuidado de las mujeres en virtud de lo que Dios les ha concedido en mayor abundancia a ellos que a ellas, y de lo que ellos gastan de sus bienes. Y las mujeres virtuosas son las verdaderamente devotas, que guardan la intimidad que Dios ha [ordenado] que se guarde. Pero a aquellas cuya animadversión temáis, amonestadlas [primero]; luego dejadlas solas en el lecho; luego pegadles (4:34).
Nada de esto es cultural, ni estamos ante artefacto histórico alguno.
Para comprender el alcance de la violencia que sufren las mujeres casadas en el mundo islámico, el Instituto de Ciencias Médicas de Pakistán ha determinado que más del 90% de las paquistaníes casadas han sido golpeadas o sometidas a abusos sexuales por ofensas como no haber preparado una comida del gusto del agresor o no parir un varón. En la primavera de 2005, cuando el Chad trató de dotarse de un código de familia que ilegalizaría el maltrato de las casadas, los clérigos musulmanes se pusieron en pie de guerra por considerar que se estaba atentado contra el islam.
¿Se trata, como dirían Deiri y compañía, de fenómenos relacionados con culturas preislámicas? No, estas cosas pasan porque los clérigos islámicos han hablado bien en todas partes del maltrato a las casadas. Sirva como ejemplo este escrito, fechado en 1984, del muy influyente jeque Yusuf al Qaradaui:
Si el hombre tiene la sensación de que su mujer es cada vez más desobediente y rebelde, debe esforzarse por reconducirla mediante palabras amables y maneras caballerosas, y razonando con ella. Si las cosas no mejoran, entonces ha de dormir separado de ella, tratar de despertar su agradable naturaleza femenina y de restaurar su serenidad, y quizá entonces ella le responda de forma armoniosa. Si esta vía fracasa, entonces le está permitido golpearla suavemente con las manos, aunque ha de evitar la cara y otras partes sensibles.
Incluso el prominente Muzammil H. Siddiqi, ex presidente de la Sociedad Islámica de Norteamérica (ISNA), ha llegado a declarar: «En ciertos casos, un esposo puede hacer uso de acciones disciplinarias moderadas para corregir infracciones morales de su esposa (…) El Corán es muy claro en este sentido».
¿Informar sobre todo esto, y sobre el sufrimiento que acarrea a las mujeres otras enseñanzas del islam, es cosa de ignorantes? Lo cierto es que son Deiri y compañía quienes, con su insistencia en negar o quitar importancia a estos asuntos, contibuyen a esparcir la ignorancia. Y si la ignorancia permite a veces que algunos conserven el poder, quizá convendría formular unas cuantas preguntas incómodas: ¿a cuenta de qué anda Deiri propagando semejantes distorsiones de la realidad y medias verdades?, ¿qué poder están tratando de conservar quienes así proceden? ¿No será que quienes se benefician de la ignorancia son los que oprimen a las mujeres en el mundo islámico?