El informe anual de 2014 elaborado por la plataforma online antisemitisme.be constata un aumento considerable de los ataques contra la población judía. Basado en cifras oficiales por denuncias presentadas directamente ante las fuerzas de seguridad o a través de la Liga Belga contra el Antisemitismo, el informe habla de un 70% más de incidentes. En total, 109 el pasado año, es decir, casi uno cada tres días.
El número es igual a la cifra récord de 2009, cuando comenzó un “aumento drástico de las medidas de seguridad que, justo después del atentado contra el Museo Judío, el 24 de mayo de 2014, se ha constatado en la presencia militar frente a los edificios”, según el informe. Pese a este refuerzo de la protección, los colectivos judíos, laicos o religiosos, denuncian que la clase política belga no es consciente del problema.
El Centro para la Igualdad de Oportunidades denunciaba hace meses en conversación con El Confidencial la discriminación social que sufre en el país la población judía, debido a su creencia, y la musulmana, principalmente la norteafricana, en el mercado laboral por motivos étnico-religiosos.
Gutman, del Centro Comunitario Laico Judío, cree que “el antisemitismo no deriva del Estado y de la población predominantemente cristiana, sino de una minoría musulmana víctima así mismo del racismo y la discriminación”. Y se pregunta, ¿tendrá una minoría que expulsar a otra?”. En Bélgica viven en torno a 40,000 judíos y más de medio millón de musulmanes, aunque sólo una minoría sería la causante de las agresiones e incidentes antisemitas.
El Comité de Organizaciones Judías de Bélgica explica que, a diferencia del Gobierno francés, una gran parte del mundo político belga rechaza el aumento del antisemitismo en su país. Lo ejemplifican con la reticencia de la mayoría de los representantes a considerar como ataque antisemita los asesinatos del Museo Judío. El propio primer ministro, Charles Michel, reconoció tras un incidente antisemita en el Ateneo Emile Bockstael de Laeken, en un barrio de Bruselas, que la política del país al respecto “había fracasado”.
«Francia sin judíos no es Francia»
Son palabras del primer ministro francés, Manuel Valls, para denunciar una situación aún más preocupante que la belga. Porque al otro lado de la frontera belga, en territorio francés, más de 7,000 judíos se marcharon en 2014 en dirección a Israel, el doble que en 2013. En total, en Francia viven cerca de medio millón de judíos, diez veces más que en Bélgica, por eso la cifra total de salidas es más alarmante.
Si en términos absolutos el problema de Francia es aún peor que el belga, también lo es en porcentajes y en episodios violentos como los del último año. En 2014, más del 1% de los judíos abandonaron Francia. La mayor comunidad judía de Europa occidental ha sido sacudida por el atentado contra la revista Charlie Hebdo y el posterior ataque en un comercio kosher.
Las palabras del primer ministro Valls trataban de tranquilizar a una comunidad que, recientemente, ha visto también cómo se profanaba el cementerio judío de Estrasburgo. A falta de cifras oficiales sobre qué está ocurriendo este año, las previsiones de colectivos como Diaogue et Partage hablan de 10,000 judíos saliendo de Francia rumbo a Israel. Quizás, como vaticinada Herzl hace más de un siglo, no sólo en busca de la Tierra Prometida, sino como “la huida de una Europa enferma de antisemitismo”.