El siglo XlX ,en Paris,los sefaraditas decidieron tener su propia sinagoga . Se adquirió un terreno,por medio de colectas entre los judios,y se compró un terreno en rue Buffault;con ayuda,además,de un mecenas llamado M. Iffla se realizó ;B»H,la construcción del edificio. El año (e.c.) del 1877 se procedió a su edificación por el arquitecto M. Ferrand , los detalles interiores fueron realizados bajo la dirección de M. le Roy de Bonneville.Tiene una capacidad para 900 personas, 600 hombres en la planta baja y 300 mujeres en la alta.Ha sido siempre lugar de culto de los sefaraditas procedentes de Africa.
En el Talmud Babilónico (Rosh Hashaná 16a) la Mishná nos enseña:
«En Rosh Hashaná todas las criaturas pasan delante de Él como miembros de un rebaño…».
En Rosh Hashaná los justos son inscriptos y sellados inmediatamente para la vida. Pero los intermedios – quienes poseen mitzvot pero también transgresiones – no son sellados en Rosh Hashaná, sino que su veredicto queda pendiente hasta Iom Kipur, que es un día de perdón y expiación. Y por eso es que la Torá les dió a los hijos de Israel un tiempo para que revisen sus acciones y hagan teshuvá antes de Iom Kipur: los diez días entre Rosh Hashaná y el día de Iom Kipur.
Los Sabios en el Talmud nos enseñan que la persona siempre debe verse a sí mismo como si él fuera medio culpable y medio meritorio, como si su balanza estuviera equilibrada justo en el medio. Si hace una mitzvá, feliz es él!, pues inclinó la balanza para el lado del mérito; mas si transgrede una prohibición, pobre de él!, pues inclinó la balanza para el lado de la culpabilidad (Kidushín 40b).
Pero si nos quedamos sin hacer nada – ni una mitzvá ni una transgresión – esa pasividad no nos ayudará en el día del juicio ya que todavía no inclinamos la balanza hacia el lado de los méritos, y aún más, puede ser que esa pasividad sea considerada como indiferencia, y nos sea agregado un pecado más del lado opuesto, inclinando nuestra balanza hacia el lado de las transgresiones.
Entonces, ¿qué debemos hacer?
Debemos hacer teshuvá, es decir, arrepentirnos de nuestras malas acciones.
Hay tres componentes fundamentales dentro del proceso del arrepentimiento: primero se debe abandonar el pecado, luego la persona debe arrepentirse, y por último, él debe confesar sus culpas delante de D’os.
¿Qué significa «abandonar el pecado»? Que el pecador decida no cometer ese pecado nuevamente y que remueva totalmente el pecado de sus pensamientos.
¿Qué significa «arrepentirse»? Que entienda con todo su corazón que abandonar a D’os es amargo y malo para él; que el transgredir la voluntad de D’os conllevará un castigo, y por eso debe arrepentirse de lo que hizo.
¿Qué significa «confesarse»? Que admita verbalmente delante de D’os (no de otra persona) todo lo que ha hecho, diciendo: «Yo he pecado delante de Ti haciendo tal y tal cosa, pero yo me arrepiento de todo lo que hice; estoy avergonzado de ello, y nunca más haré esto nuevamente».
Sin embargo, arrepentirse solamente «delante de D’os» no alcanza. Nos ha sido enseñado que el arrepentimiento delante de D’os sólo es eficaz respecto de los pecados entre el hombre y D’os, ya que las faltas entre el hombre y su prójimo – como robar o hablar mal del otro causándole daño, etc. – no serán perdonadas por D’os hasta que uno no repare el daño que le causó a su prójimo, y también le pida perdón.
(Rav Yehudá Leví)