La Hermandad Musulmana, organización egipcia largo tiempo prohibida y matriz de casi todos los movimientos islamistas que vinieron después –Al Qaeda incluida–, acaba de hacerse con la Presidencia de Egipto por medio de Mohamed Morsi. La apatía que reina en la comunidad internacional, que tiempo atrás hubiera considerado devastadora una noticia así, obedece a los fructíferos esfuerzos de apologistas musulmanes y agentes subversivos por presentar en Occidente como «moderada» a la referida formación. Evidentemente, calificar de moderada a una organización islamista, partidaria por tanto de la dacroniana sharia, no deja de ser un oxímoron. Funcionarios de la Administración Obama han ido incluso más allá y definido a la HM como «mayoritariamente secular» y «pluralista».
En el mundo real, las pruebas de que la Hermandad es otro hostil grupo islamista con la mirada puesta en conseguir a cualquier precio el predominio mundial del Islam son abrumadoras. He aquí tres muestras recientes, ignoradas por los medios occidentales, que revelan el rechazo de la Hermandad por los «infieles» (no musulmanes) en general y por los cristianos coptos en particular, y su llamamiento a los musulmanes a hacer uso de la mentira a fin de imponer la sharia.