
La estrategia de los cómplices por omisión pasa por hacer lo que hizo la señora Presidenta en su discurso de hoy al confundir a la gente sobre este tema: Hablar permanentemente del juez destituido Galeano y toda esa banda de encubridores y corruptos (AMIA I, totalmente nula), para evitar nombrar una sola vez al verdadero héroe en esta causa: El fiscal Alberto Nisman (AMIA II) que lideró desde 2005 la Unidad Fiscal de Investigaciones empezando desde cero – con cuarenta profesionales a tiempo completo y los recursos necesarios (prestados por el gobierno de Néstor Kirchner, algo que extrañamente su esposa no explica, como si fuera lo único que no quieren remarcar o reivindicar del “proyecto Nac&Pop”) – cuya abundante prueba judicializada derivó en un dictamen impecable de 802 páginas donde se demuestra con creces la participación de los funcionarios iraníes en la decisión, preparación, planificación y ejecución del atentado contra la AMIA. A tal punto es un dictamen impecable que el juez Canicoba Corral emitió órdenes de captura contra los iraníes y al poco tiempo la Asamblea General de Interpol ratificó esas conclusiones, emitiendo circulares rojas contra los imputados. Es decir, hablan de Galeano para no hablar de Nisman, porque si hablan de este último no podrán ocultar el simple hecho de que el que puso la bomba en 1994 fue la República Islámica de Irán y está probado… el que puso la bomba no fue el corrupto Fino Palacios, el destituido Galeano, la policía bonaerense, la CIA, Kirchner o el Gran Bonete… fue la República Islámica de Irán, por la cancelación de la transferencia de tecnología nuclear ordenada por el gobierno de Menem para acercarse a los EE UU (quien luego del atentado, por consejo de los sinvergüenzas Cavallo y Di Tella, encubrió a los responsables). Ella “quiere saber la verdad”, pero nosotros sabemos la verdad, solo falta justicia y castigo. Y una parte fundamental de la justicia es el gesto político: romper relaciones diplomáticas con el país que agredió a la Argentina y puso la bomba hace 18 años y medio, matando 85 personas, en su mayoría argentinos. Pero no, ella dice que “quiere saber la verdad” (de los ayatolás) mientras el miserable D’Elía levanta el puño, sonríe y festeja desde el palco del Congreso ante el cambio de rumbo del “modelo”. Lástima que una de las cosas más valiosas que tenía Néstor Kirchner no la copió su esposa, porque no me quepa la menor duda que Néstor no hubiera permitido que el defensor de Irán y Rabbani en Argentina, Luis D’Elía, siga estando tan cerca del gobierno después de lo que hizo.
Por si fuera poco, en cualquier momento el fiscal Nisman – que recordemos tiene el apoyo de todos los familiares de las víctimas, AMIA, DAIA, el gobierno (al menos hasta que se divorcie públicamente) y la oposición – publicará otras 600 fojas con abundante prueba implicando aún más a los asesinos iraníes en el atentado, empezando por Rabbani, la verdadera “conexión local”. ¿Por qué la señora Presidenta no aprovechó la ocasión para manifestar su solidaridad con el fiscal Nisman por las recientes amenazas de muerte contra su familia? ¿No estaba enterada de eso? Porque los diputados radicales sí manifestaron su apoyo y solidaridad al fiscal.
Yo no soy tan ingenuo ni me dejo engañar tan fácilmente como para creer que la Presidenta no conoce a Nisman ni escuchó hablar del dictamen que derivó en las circulares rojas de Interpol, pero si tantas ganas tiene de “saber la verdad”, puede empezar por leer un modesto libro. Se llama Matar sin que se note. El libro es un documento histórico sobre todo lo que ocurrió en derredor del atentado a la AMIA y, como está relatado en forma de novela, es totalmente atrapante. El libro cuenta cómo se ordenó y planeó el atentado en la ciudad iraní de Mashad, cómo operó la conexión local dirigida por Mohsen Rabbani, cómo se efectuaron los pagos correspondientes, cómo se trajo al inmolado Hussein Berro, cómo la banda de Galeano ocultó pruebas, y quiénes fueron los encubridores. El libro se basa en el dictamen del fiscal Alberto Nisman. Está TODO allí y resumido, como para no tener que estudiar Derecho en la facultad. Para el que le “interese saber la verdad”, tiene ese libro. La gente está confundida ante la constante desinformación y tergiversación de algunos, que afirman que no hubo avances en la causa AMIA y que no se sabe nada de nada. Todo lo contrario es lo cierto: gracias a la Unidad Fiscal de Investigaciones que llevó adelante el caso AMIA desde hace ocho años, se sabe prácticamente todo. Lo único que resta es llevar los pedidos de captura a la práctica. Eso lo explicaron bastante bien los diputados de la oposición en el debate del jueves. Es hora de dejar de ser tan cobardes, sin mezclar tanta política en una masacre impune y empezar a llamar las cosas por su nombre.
Respecto a las relaciones que tenía el gobierno de Alfonsín con Irán, pueden ser cuestionables, ya que el régimen Khomeinista fue siempre la misma basura, violadora compulsiva de derechos humanos. Pero no debemos olvidar que en ese momento los iraníes no pusieron una bomba en suelo argentino. No es lo mismo.
Otra cosa, la Presidenta habla de “paz” y “no a la guerra” cuando trata el tema de las conversaciones de Occidente con Irán por su programa nuclear. Es muy fácil decir esa frase cursi, linda y políticamente correcta cuando se vive a 13.000 kilómetros de distancia. No es al país de Cristina que amenazan con borrar de la faz de la tierra (una pista: ese país amenazado tiene la mitad del tamaño de Costa Rica), los argentinos no han tenido que marcharse de ningún sitio, ni son hijos de sobrevivientes del peor genocidio de la historia, ni tienen un vecino que amenaza con echarlos al mar, ni vieron un autobús escolar volar por los aires, ni oyen sirenas que avisan de la llegada de misiles, ni tienen un ayatolá demente al lado fabricando armas nucleares mientras dice que los judíos no saben lo que es un verdadero Holocausto. Israel, no la Argentina, es la que corre peligro de muerte con ese régimen islamofascista que, sin la bomba atómica, ya ocasionó bastantes penurias a la humanidad, también en Buenos Aires. Y si es necesario ir a la guerra para destruir el programa nuclear iraní, los israelíes lo harán sin preguntarle a nadie más que a ellos mismos. Argentina acaba de firmar un pacto con el Diablo, un pacto que el propio Néstor Kirchner rechazó con mucha lógica en su momento. Esto no le saldrá gratis. En algún momento los judíos en Argentina tendrán que decidir si son fieles a la justicia y la memoria de sus muertos, o fieles al gobierno. Porque ambas cosas no se puede ser, no se puede estar con Occidente y con Irán al mismo tiempo, no se puede hablar con los asesinos y sus víctimas como si fueran equiparables, no se puede tener buenas relaciones con los Aliados y guiñar el ojo a los nazis, mientras dejan entrar a criminales de guerra nazis en suelo argentino pero impiden la “entrada de semitas”. Argentina pagó cara su neutralidad cómplice en la guerra contra el Nazismo (por eso Brasil está en un lugar, mientras que Argentina está donde está), parece que algunos no aprenden de los errores del pasado. Para mí es bastante claro el lado que eligió la Argentina ahora mismo (a contramano de la historia), pero yo pienso defender el trabajo del fiscal Nisman (y al propio hombre), hasta las últimas consecuencias, venga la hostilidad de donde venga. Contra viento y marea. A él no lo podrán engañar más (como lo hicieron durante los dos años en que Timerman negoció con los iraníes y nadie podía creerle a Eliaschev), a mí tampoco. Se lo debemos a 85 hermanos asesinados.
Hay gente muy buena en el gobierno, pero no pueden hacerse los distraídos por mucho tiempo. Yo creo que el gobierno evita decir lo que realmente piensa y lo que hay detrás porque, si ese fuera el caso, no tendrían de su lado a mucha gente honorable como Filmus, Burstein, Rojkés de Alperovich y otros. Las palabras (estilo “comisión de la verdad”) esconden un significado profundo que no escapa a mi oído ni sentido común. Hay que saber captar el mensaje entre líneas cuando la Presidenta dice «el tercer atentado lo van a cometer quienes se oponen al memorándum de entendimiento, no sus firmantes». El paso siguiente, el único que falta, es el que siguieron los enemigos antisemitas a lo largo de la historia: acusarnos de sus propios crímenes. Cuando se nos quitaban nuestros bienes, éramos llamados miserables; cuando nuestros hijos eran masacrados, éramos acusados de crímenes rituales; cuando nuestros bebés eran asesinados (en los pogromos y en Itamar), nos acusaban de matar niños cristianos (o palestinos) para beber su sangre; los dictadores y tiranos que tratan como escoria a su propia gente hablan de libertad para otros pueblos. Para condicionarnos tratan de tergiversar nuestra propia imagen. Proyección preventiva algunos lo llaman. Ahora se transformará a la víctima (AMIA, Israel, los judíos) en el victimario, para agrado del régimen islamofascista y sus aliados nazibolcheviques en Latinoamérica. Hay que tener cuidado y estar atentos.
Precisamente porque para mí las palabras tienen mucho valor, hago mía la frase del señor Aníbal Fernández: Con el terrorismo no se negocia.
