El problema de las avalanchas de africanos ilegales que tenemos en algunos países del sur de Europa, lo tienen también en Israel.
El diputado israelí Michael Ben-Ari, de la Unión Nacional, durante una sesión de la Knesset, se esforzó por llamar la atención sobre el creciente número de sudaneses que estaban aumentando las tasas de criminalidad y causando otros problemas para los residentes locales. En junio de 2011, para llamar la atención sobre el creciente problema de la inmigración ilegal, metió a 40 ciudadanos sudaneses a en una piscina de una zona prestigiosa de Tel Aviv donde abundan los izquierdistas del «papeles para todos», les puso traje de baño y les pagó la entrada, para denunciar la hipocresía de esos progres que quieren inmigración descontrolada pero lejos de su barrio. También, dicho diputado patriota israelí, participó en una marcha contra la inmigración ilegal que se celebró en Tel Aviv en Diciembre de 2011, donde más de mil personas corearon lemas como «Sudán para los sudaneses e Israel para los israelíes!».
Estas son algunas de las declaraciones que realizaron los ciudadanos israelíes hartos de sufrir las consecuencias de una inmigración ilegal y problemática en sus barrios:
«Mi abuela se fue del barrio después de que un africano se metiera en su casa. Yo también tengo miedo», cuenta un joven.
«La única solución es echarlos a su casa», insiste una mujer israelí que compra tomates en el puesto de al lado. «Nos da miedo salir de nuestras casas. Su situación empuja a esos ilegales a hacer cosas tremendas».
El ministro del Interior Elie Yishai, jefe del partido religioso sefardita Shass, dijo que la solución sería «poner a esos ilegales detrás de los barrotes».
Si el gobierno no actúa, advirtió Yishai, «pronto serán medio millón, o incluso un millón», en un país que cuenta una población total de en torno a siete millones.
Según cifras oficiales, 62.000 inmigrantes ilegales se «infiltraron» desde 2006 en Israel provenientes sobre todo de Sudán, Sudán del Sur y Eritrea.
Y mientras tanto, los progres, burgueses hipócritas y fascistas de izquierdas, siguen hablando de los «beneficios» de que los países abran sus fronteras y dejen entrar avalanchas de indocumentados sin ningún control, trayendo los consiguientes problemas de delincuencia, ghettos, choque de culturas….etc. Eso sí, lo quieren lejos de su barrio. Lo quieren para los demás.